Ustedes, discípulos que escuchan, aprendan a sercompasivos y misericordiosos
Ustedes, discípulos que escuchan,
aprendan a ser compasivos y misericordiosos
7º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO C
Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
Salmo 102, 1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 45-49
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38
El evangelio de hoy comienza explícitamente dirigiéndose a “ustedes, los que escuchan”.
Sabemos que el verbo “escuchar”, esencial, no sólo en los evangelios, sino en toda la Sagrada Escritura, es de primera importancia en el evangelio según san Lucas.
Efectivamente, en la obra lucana (Lc + Hch), la Palabra es protagonista; y la respuesta a la Palabra es “escuchar”.
Lc es, por excelencia, el evangelio para formar a los discípulos; y éstos son los que escuchan, los que están aprendiendo a escuchar la Palabra; y los que aprenden de la Palabra escuchada.
En este evangelio, la pedagogía de Jesús Maestro con sus discípulos es “paradigmática”. Es decir, por lo general Jesús recurre a un modelo o paradigma para plasmar sus enseñanzas. De esta manera, los discípulos se convertirán, a su vez, en modelo para los discípulos lectores del evangelio.
En este pasaje, el paradigma es el Padre. Los discípulos que escuchan, si aprenden del Maestro, serán “hijos del Altísimo”: sean misericordiosos como el Padre es misericordioso (él es bueno con malvados y desagradecidos).
Toda la enseñanza de Jesús educador en este pasaje está estructurada sobre verbos en imperativo: tres partes en paralelo, y cada una de tres elementos.
1 parte:
a. Amen…
b. Hagan el bien…
c. Bendigan…
La regla de oro: traten a los demás como quieran que los traten.
2 parte:
a. Si aman…
b. Si hacen el bien…
c. Si prestan…
3 parte:
a. Amen a sus enemigos…
b. Hagan el bien…
c. Presten sin esperar…
El núcleo central de esta enseñanza de Jesús es el comportamiento misericordioso del Padre.
De donde se desprenden, y se comprenden, los imperativos verbales finales expuestos por Jesús:
No juzgar, no condenar, perdonar, dar…
Entendemos ahora por qué la liturgia de hoy nos invita a proclamar el salmo 103 (102).
Leído así, pareciera una fuente de inspiración de Lucas:
Dios es descrito en este salmo como un padre tierno con sus hijos;
compasivo y misericordioso;
que perdona y cura;
que rescata y colma de gracia:
y su trato no tiene en cuenta los pecados.
Además, en este domingo, la liturgia, proponiéndonos en la primera lectura el pasaje del primer libro de Samuel, quiere que pongamos nuestra atención, al leer el evangelio, en el trato a los enemigos.
David, enemistado con Saúl, se topa con él en unas circunstancias propicias para acabar con el enemigo. En cambio, reconoce en él al ungido del Señor, sabiendo que el Señor trata a cada uno según su fidelidad y su justicia.
Sin embargo, nos podemos preguntar: ¿cómo es posible que, nosotros hoy como discípulos, nos comportemos con misericordia y compasión, incluso con quienes estamos enemistados?
La segunda lectura, tomada de 1 Cor 15, nos lleva a contemplar la naturaleza de Jesús (y por el bautismo, nosotros participamos de ella):
Partiendo de la imagen paulina del primer Adán y del último Adán, el v. 45 nos dice que, en Cristo, los seres humanos ya no somos “alma/ser que vive” sino “espíritu que da vida”.
El bautismo nos hace verdaderos hijos de Dios. Ya no somos simples vivientes. En el Señor Jesús, somos humanidad habitada por el Espíritu para vivificar a otros: el Espíritu Santo vivificador nos da la capacidad de perdonar y sanar, incluso a los enemigos, para ser misericordiosos como el Padre.
Alesouri, Sch.P