EL DISCÍPULO SERÁ COMO SU MAESTRO
EL DISCÍPULO SERÁ COMO SU MAESTRO
8º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Eclesiástico 27, 4-7
Salmo 91, 2-3. 13-14. 15-16
1 Corintios 15, 54-58
Lucas 6, 39-45
En el verso 40 de este capítulo 6 del evangelio según san Lucas, podemos encontrar unas palabras que expresan bien el propósito de Jesús, maestro y educador de sus discípulos: el discípulo será como su maestro.
El verbo, aquí en participio, es καταρτίζω (katartízo); que tiene unos matices semánticos muy apropiados para un proceso discipular y formativo: equipar, preparar, disponer, capacitar, poner en orden (incluso corregir; y también: reparar o poner en su lugar lo que había sido roto o dañado).
Un estudioso del griego bíblico llega a decir que καταρτίζω (katartízo) significa también “hacer que alguien llegue a ser aquello que debe ser”.
Así, pues, podríamos traducir: todo discípulo (κατηρτισμένος, katertisménos) “bien preparado” (capacitado, formado, equipado, llegado a ser lo que debe ser…) será como su maestro.
Y esto es, precisamente, lo que Jesús educador y formador hace con sus discípulos a lo largo del evangelio de Lucas: trabajar en la humanidad de cada discípulo para que sea humanidad nueva como él. El final del pasaje de hoy (en 6,45) nos indica el lugar donde Jesús Maestro pone su atención: el corazón del discípulo.
La liturgia de hoy nos invita, como discípulos, a mirar (conectando el evangelio con la sabiduría expuesta en el libro del Eclesiástico o Sirácida) nuestra manera de hablar.
En efecto -según la primera lectura- la palabra, el habla y la conversación revelan quienes somos, nos descubre y nos prueba. En la concepción bíblica del ser humano, la boca y el corazón están conectados.
Por lo tanto, entre más dejemos actuar al Señor Jesús en nuestro corazón, más germinará en nosotros la bondad… Y la bondad del corazón se notará cada vez más en nuestra manera de hablar.
De aquí la importancia de orar con la práctica de la Lectio Divina: leyendo la Palabra del Señor, meditándola y contemplándola, cooperamos con la acción del Espíritu del Resucitado que despierta vida nueva en nuestros corazones y en nuestros labios.
Alesouri, Sch.P