VI DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS / Tercer Domingo del TO Ciclo C
PRIMERA LECTURA
Leyeron el libro de la Ley, explicando el sentido
Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10
Salmo responsorial
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida
Salmo 18, 8. 9. 10.
SEGUNDA LECTURA
Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 12-30
EVANGELIO
Hoy se ha cumplido esta Escritura
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
El tercer domingo del Tiempo Ordinario es el domingo de la Palabra de Dios. Y las lecturas del Ciclo C, cuando comenzamos a leer el evangelio según san Lucas, nos ofrecen una gama preciosa de elementos que nos ayudan a responder a la pregunta: ¿cuál es la importancia y la centralidad de la Palabra en nuestras vidas?
Responder a esa pregunta es entrar en una “espiritualidad de la Palabra”. Y para ello, queremos partir del salmo 19 (18), el salmo responsorial de hoy. Es un salmo que articula la reflexión sobre naturaleza como lugar de los destellos de Dios, con una profunda consideración sobre la docilidad del ser humano a la Ley y la Palabra como expresiones del actuar de Dios.
La liturgia ha tomado para esta celebración sólo cuatro estrofas. En las tres primeras, el texto presenta rasgos esenciales de la fuerza y el dinamismo de la Palabra.
Respetando el texto sagrado, y sin ánimo de forzarlo, nos permitimos “re-escribirlo” intercambiando los términos relativos a la ley y sus mandatos, por la noción teológica equivalente que los mismos salmos nos muestran en otros pasajes: la Palabra.
Tu Palabra, Señor, es espíritu y vida
La Palabra del Señor es perfecta.
La Palabra del Señor es descanso del alma.
La Palabra del Señor es fiel.
La Palabra del Señor instruye a los ignorantes.
La Palabra del Señor es recta.
La Palabra del Señor alegra el corazón.
La Palabra del Señor es límpida.
La Palabra del Señor da luz a los ojos.
La Palabra del Señor es pura.
La Palabra del Señor es eternamente estable.
La Palabra del Señor es verdadera.
La Palabra del Señor es enteramente justa.
La cuarta estrofa expresa la respuesta de parte nuestra al dinamismo de la Palabra: que pronunciemos palabras que agraden al Señor, que estén en consonancia con su Palabra, y que broten de nuestro corazón cuando meditamos la Palabra.
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío.
La primera lectura, tomada del capítulo 8 del libro de Nehemías, nos permite acercarnos a la manera como el pueblo de Israel leía comunitariamente la Palabra. El texto nos presenta una auténtica liturgia alrededor de la Palabra, y nos permite valorar unos aspectos litúrgicos que siguen siendo actuales en la celebración eclesial.
- La Palabra es presentada y leída a toda la comunidad.
- El Pueblo la escucha con atención.
- El libro desde el que se lee la Palabra (el leccionario) se pone en un lugar especial, y es reverenciado por la comunidad que se pone de pie.
- La Palabra es leída con claridad. Y para ser entendida plenamente, es necesario explicar su sentido.
- La Palabra se lee en una situación histórica concreta que es iluminada por la Palabra misma: en este pasaje, la situación era de tristeza por la penuria y desolación que estaba viviendo el pueblo al regresar del destierro. Y por eso, ahí, descubren que la fuerza de la Palabra es fuente de gozo y alegría.
El pasaje evangélico de hoy está constituido por el inicio del evangelio de Lucas al que se juntan unos versículos de Lc 4 (donde Jesús lee y explica la Palabra en la sinagoga de Nazaret).
La liturgia nos ofrece así otras dos consideraciones fundamentales para seguir entrando en esta “espiritualidad” de la Palabra de Dios.
Los versículos tomados de Lc 1 nos muestran el riguroso procedimiento con el que Lucas compuso su evangelio. Resaltemos de cara a nuestra “espiritualidad” de la Palabra la importancia del testimonio. El fundamento del evangelio radica, precisamente, en el testimonio aquellos hombres y mujeres, comenzando por los apóstoles, que anuncian que el Señor Jesús está vivo, ha resucitado. Este pasaje se refiere también a los “servidores de la Palabra”, ministerio que, de múltiples formas, sigue nutriendo la vida de la Iglesia y sus comunidades.
Los versículos tomados de Lc 4 nos ayudan a ver que toda la Palabra de Dios (tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento) está vinculada al Señor Jesús. En el texto de hoy, Jesús lee un pasaje del profeta Isaías, y muestra cómo, en él, se cumple la Palabra. Así pues, nuestra “espiritualidad” de la Palabra se enraíza en la persona misma de Jesús (en él, que es movido por el Espíritu para liberar y evangelizar a los pobres).
Concluyamos esta meditación sobre la Palabra mirando también el texto de 1Cor de la segunda lectura. La “espiritualidad” de la Palabra, por supuesto, está animada por el Espíritu Santo, es expresión de nuestro bautismo, y nos lleva a vivir como Cuerpo del Señor.
Alesouri, Sch.P