Primer Domingo de CUARESMA, Ciclo A / Mt 4,1-11

 


Primer Domingo de Cuaresma 

Ciclo A   /   Mt 4,1-11

En el desierto, de la mano del Espíritu, 

las prueban nos ratifican como hijos de Dios, apoyados en la Palabra


Comenzamos el camino de cuaresma, en este ciclo dominical A, leyendo el llamado pasaje de las “tentaciones” de Jesús en el desierto en la versión del evangelio según san Mateo.

Algunas pistas pueden ayudarnos a hacer un “studium” del este texto en clave de conversión:


     Jesús, el desierto y el Espíritu

-       Jesús es conducido al desierto por el Espíritu. Esto nos da desde el inicio un criterio muy interesante para entender nuestra propia experiencia del desierto y de la prueba desde la óptica del Espíritu Santo.

-       El encuadre este pasaje está determinado por el lugar (el desierto), y por el tiempo (cuarenta días), poniéndonos así en la perspectiva del Éxodo, del pueblo de Israel en el desierto durante 40 años. También la experiencia de Israel en el desierto estuvo determinada por el contraste ayuno/hambre (como en este pasaje de Mt le ocurrirá a Jesús).

-       El desierto en la biblia nos muestra cómo un lugar inhóspito puede ser también un lugar de experiencia de Dios y de liberación.


 Las pruebas nos ayudan a crecer en nuestra vocación de hijos e hijas de Dios

-       El término griego peirazo se suele traducir por “tentación”; pero es mejor traducirlo por “prueba”. En su origen peirazo tiene el matiz semántico de poner a prueba algo para mostrar o verificar sus cualidades.

-       Cuando escuchamos hablar del diablo o satanás, vienen a nuestra mente imaginarios asociados al folklor, a las leyendas o a otro tipo de narrativas que nos desenfocan del texto bíblico.

-       El término griego diabolos viene del verbo dia-ballo que significa arrojar de un lugar a otro, separar, desunir, denigrar, calumniar, acusar. Por tanto, diabolos se refiere al que crea enemistad, odio o envidia con acusaciones maliciosas; calumniador, acusador falso, el que se opone. Satanas es un término hebreo que significa enemigo o adversario. En 4,3 es llamado “el tentador”; es decir el que pone a prueba.

-       En el desierto, recordando el éxodo de Israel, Jesús, asistido por el Espíritu, va a ser sometido a prueba para que mostrar su condición de hijo de Dios. Así terminaba el pasaje inmediatamente anterior a nuestro texto de hoy: este es mi hijo amado (Mt 3,17). Y explícitamente así comienzan dos de las pruebas: “si eres hijo de Dios…” (4,3 y 4,6). Los santos padres han relacionado el hecho de que el Espíritu conduzca a Jesús al desierto con Rom 8,14 donde san Pablo afirma que quienes se dejan guiar por el Espíritu son hijos de Dios.

-       Las grandes pruebas a las que estamos sometidos también nosotros hoy tienen que ver con soltar nuestra condición de hijos de Dios asumiendo otros proyectos de vida y otros valores.


El hambre desordenada es contrastada por el alimento de la Palabra

-       Es significativo notar que es el hambre el que desata el diálogo de contraste entre el que prueba y Jesús. En Dt 8,1-3 podemos ver la relación entre desierto-prueba-hambre en la experiencia del pueblo de Israel.

-       Seguimos aquí el estudio del exégeta francés Claude Tassin que aborda las tres pruebas de Jesús desde el hambre.

-       Hambre de poder económico: 4,3-4.

-       Hambre de poder religioso: 4,5-7.

-       Hambre de poder político: 5,8-10.

-       La mayoría de los estudiosos coinciden en que Jesús experimentó la prueba no en momento determinado reflejado en este texto de Mateo; sino a lo largo de toda su vida. Como ejemplos podemos ver: Mt 14,22 (rechaza el poder económico). El relato de la pasión de Mt (renuncia al poder religioso). Mt 20,20-23 (relativiza el poder político).

-       El evangelio de Mt nos muestra que también su propia comunidad tuvo estas tentaciones o pruebas: de poder económico (Mt 7,15;10,8-9); de poder religioso (Mt 7,22); de poder político (Mt 20,21).

-       La exégesis patrística, comenzando por los padres del desierto, ven en este texto dos maneras de leer la Escritura: la del tentador que la distorsiona y manipula en función de intereses egoístas; y la de Jesús, que cita la Escritura como medicina espiritual en medio de las pruebas.

-       Es el origen del método antirrhetico de los santos padres que nos invitan a contrastar nuestras tentaciones y pruebas, siguiendo la enseñanza de Jesús el Maestro, apoyándonos en la Palabra de Dios.

Alesouri, Sch.P

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