Grupo VERBUM/Tomás, el gemelo, de incrédulo a confesar a Jesús

 


Jn 20,19-31

Hagamos camino en esta pascua aprendiendo de Tomás

El hecho de que, en su raíz hebrea, Tomás quiera decir "gemelo"; y que varias veces el evangelio de Juan diga que este Tomás es apodado Didymos (término griego que quiere decir "mellizo"), nos hace pensar en un supuesto hermano de este apóstol (que nunca aparece en los evangelios, y del que, por tanto, desconocemos cualquier información). ¿Quién es este hermano  de Tomás? Una elaboración gnóstica (de la que es muestra el evangelio apócrifo de Tomás) suponía que ese hermano era el mismo Jesús. 

Las lecturas exegéticas de los evangelios, desde el punto de vista literario nos hacen caer en cuenta de que Tomás, el gemelo, el que tiene un hermano parecido a él, puede ser un recurso narrativo que busca producir un efecto en el lector: ese hermano implícito de Tomás podemos ser cada uno nosotros.

Este pasaje del segundo domingo del tiempo pascual puede ser una invitación a que, como hermanos, hagamos un proceso "gemelo",  parecido o análogo al de Tomás.

Hemos visto al Señor / he visto al Señor

En Jn 20,24, los discípulos le dicen a Tomás que han visto al Señor. En 20,18, había sido ya María Magdalena la que había dicho a los discípulos que había visto al Señor.

Ésta es la dinámica del anuncio pascual: quien ha visto al Señor, quien ha tenido experiencia del Resucitado, lo anuncia, lo grita, lo testimonia, lo comunica a otros. 

Pero Tomás, aquí, no creyó. El testimonio de otros que le decían que habían visto al Señor no suscitó en él la fe. El texto en griego dice que Tomás siguió siendo un apistós (literalmente: alguien sin fe). Y manifestó que necesitaba tocar las marcas del crucificado.

Cuando el domingo siguiente, estando Tomás con la comunidad de discípulos, el resucitado de nuevo se pone en medio de ellos, Tomás pasa de ser un apistós a ser un auténtico pistós, es decir, una persona creyente, un hombre de fe, y sale de sus labios una de las confesiones de fe más plenas referidas a la persona de Jesús: Tomás, el creyente, confiesa a Jesús como su Dios y Señor.

Hagamos un proceso parecido al de Tomás, nuestro hermano

Nos han dicho "hemos visto al Señor". Es el testimonio constante de toda la Iglesia. Calasanz, Francisco, Teresa, Juan de la Cruz, Ignacio, Carlos de Foucauld... lo dicen...: "he visto al Señor". Profetas de nuestro tiempo. Las personas que la Providencia ha puesto en nuestro camino para testimoniarnos la fe: "en estas circunstancias de la vida, he experimentado la presencia del Señor". Quizás nosotros mismos hemos advertido la acción del Señor en momentos de nuestra vida.

Y sin embargo... a veces nos sentimos "apistós", incrédulos. Tomás nos enseña que hay situaciones en las que el hermoso anuncio "hemos visto al Señor" como que no termina de calarnos dentro, como si necesitáramos más. Como si necesitáramos tocar al Crucificado y palpar sus heridas.

Necesitar pasar por esta situación espiritual hace parte también del camino de la fe pascual. Tomás, nuestro gemelo, nos lo enseña. Pasemos, como él, por este pasaje del camino para abrirnos más y mejor a la presencia de Jesús Resucitado.

De aquí puede surgir una fe aún más plena que nos haga reconocer y confesar a Jesús como nuestro Dios y Señor.

Alesouri, Sch.P


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