Cuarto Domingo del TO, ciclo A / Mt 5,1-12

 

Mt 5,1-12

Tiempo Ordinario, domingo 4, Ciclo C            29/01/23

 
EXPERIMENTAR LA SOBERANÍA DEL ACTUAR DE DIOS 
EN SOLIDARIDAD CON LOS QUE SUFREN


Si en el domingo anterior comenzábamos a leer el evangelio de Mateo en los domingos del tiempo ordinario (y lo hacíamos precisamente contemplando la misión de Jesús e introduciéndonos en la espiritualidad del seguimiento); ahora comenzamos a leer el sermón de la montaña (probablemente el discurso más importante de los cinco grandes discursos que nos trae este evangelio).

 

Se trata de una las piezas literarias más importantes de Mateo, en donde se condensa lo más profundo de su teología; y, además, las Bienaventuranzas probablemente, junto con el Padrenuestro, son de las páginas del evangelio más conocidas por todos, creyentes y no creyentes. En el texto este discurso ocupa tres capítulos, del 5 al 7.

 

En la liturgia leemos este sermón de la montaña durante 6 domingos, hasta el noveno domingo del tiempo ordinario (aunque en la práctica este año sólo hasta el domingo séptimo del TO, pues la cuaresma y la pascua interrumpirán esta lectura continua del evangelio de Mateo).

 

El inicio del pasaje de hoy nos deja contemplar la belleza de Jesús Maestro que sube a un monte (a la manera de Moisés) y comienza a enseñar a sus discípulos y a la gente; el texto literalmente dice que él “abrió la boca” y comenzó a enseñar dándole así mayor solemnidad a la figura de este maestro.

 

Es importante que el hecho de comenzar una nueva sección y un nuevo capítulo del texto mateano, no nos desconecte del pasaje anterior (Mt 4, 23-25), que nos ha dejado claro que Jesús enseña, proclama el evangelio del Reino, y cura toda enfermedad y toda dolencia. Por tanto, en el centro de la enseñanza y de la acción curativa de Jesús está el anuncio del evangelio del Reino. La buena noticia de Jesús en el Evangelio es precisamente este acontecer dinámico del obrar soberano de Dios que se manifiesta a través de su “enseñar y sanar”.

 

Así las cosas, teniendo como criterio de lectura la manera como Jesús nos anuncia el evangelio del Reino, podemos entrar en una mejor comprensión de las bienaventuranzas.

 

El término griego es makariós (sing.) / makarioi (plur.).  que podemos traducir por felices, dichosos, bienventurados. Tenemos así en el horizonte de la espiritualidad de estos “makarismos” de Jesús un anuncio de felicidad, de alegría y de regocijo (como lo recalca el verso 12 que cierra este pasaje de hoy).

 

El consenso de los exegetas nos indica que, a partir de una fuente común, Mateo y Lucas elaboraron estas bienaventuranzas imprimiendo cada uno en ellas su propio acento teológico a partir de la experiencia de cada comunidad.

 

Mateo, además de las cuatro que también trae el texto lucano, nos propone otras cuatro, invitándonos a estar en comunión con los que sufren (las cuatro primeras bienaventuranzas) y también con los que se solidarizan con ellos (las otras cuatro).

 

Podemos entonces leer estas bienaventuranzas del sermón de la montaña desde la perspectiva del Reinado de Dios; desde la certeza de que Dios está actuando soberanamente en la historia y en toda situación humana (incluso en el sufrimiento y en la adversidad).

 

Dichosos los pobres (Lc 6,20) y los que tienen “espíritu de pobres” porque experimentan la fuerza presente del Reinado de Dios. Pobre (en griego ptojos) viene de “ptosso” que tiene el sentido de encogerse y avergonzarse, y por eso se traduce por pobre, mendigo, pordiosero. El anuncio de Jesús es que el que se avergüenza en una situación de pobreza para pedir puede experimentar el actuar de Dios.

 

Praus en griego es humilde, manso, dócil, apacible. Es el mismo término de Mt 11,29 donde Jesús nos invita a aprender de él que es manso y humilde de corazón. Los que se identifiquen con el corazón manso y apacible de Jesús, heredarán la tierra (que nos evoca la gran esperanza del pueblo de Israel: la tierra prometida).

 

Si Lucas se refería a los que tienen hambre, Mateo precisará en su evangelio “los que tienen hambre y sed de justicia”; éstos serán saciados, experimentarán la justicia. Los que lloran podrán experimentar el consuelo de Dios. Los misericordiosos podrán experimentar la misericordia.

 

En Lc 5,9 el término es eirenopoioi (eirene:paz; pioios: alguien que hace, hacedor). Mateo se refiere entonces a un “hacedor”, a un constructor de paz. Dichoso el que sea mediador de paz porque se comporta como Dios (por eso será visto como un hijo de Dios). En el Antiguo Testamento sólo Dios puede restablecer completamente la paz en su pueblo.

 

Los perseguidos y los calumniados por la causa de Jesús y de su justicia entran en lo mejor del horizonte del profetismo bíblico, por eso pueden alegrarse, regocijarse y ser bienaventurados; porque pueden experimentar ya la fuerza del actuar del Reino.


Alesouri, Sch.P

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