TO - 21 - C / Lc 13, 22-30
Lc 13, 22-30
Tiempo Ordinario, domingo 21, Ciclo C 21/08/22
Jesús está haciendo un viaje hacia Jerusalén (es la expresión literal); enseñando en ciudades y aldeas. Así comienza nuestro pasaje de hoy. Esta mención explícita del viaje es, a lo ojos de la mayoría de los exegetas, indicio de que se trata de una segunda etapa del viaje.
Y como parte de este viaje didáctico, una vez más, como ha ocurrido en pasajes anteriores, alguien (no se determina quién) le hace una pregunta:
Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Las reflexiones en torno a preguntas como ésta hacían parte en aquella época de los debates entre rabinos.
La exégesis pragmalingüística nos da pistas para analizar esta pregunta que tiene la función de "abrir" nuestro texto.
Este enfoque nos hace preguntarnos:
- ¿Cuál es el sentido de la pregunta?
- ¿Qué intencionalidad tiene?
- ¿Qué mueve a este personaje a hacer una pregunta en torno a la salvación?
- ¿Por qué está interesado en ello?
Indagar a partir de estos interrogantes nos lleva a ver que -implícitamente- es como si estuviera diciendo:
- ¿son pocos los que se salvan?
- ¿yo podría estar entre ellos?
- ¿qué tendría que hacer para hacer parte de ese grupo de los que se salvan?
De esta manera, una pregunta que inicialmente sonaría cuantitativa (la cantidad de los que se salvan), se abre también a “quiénes” son los salvados; y con en un nivel más cualitativo: qué hay que hacer para participar de esa salvación.
Jesús hará que estos niveles, cuantitativo y cualitativo (cuántos, quiénes y cómo) sean respondidos a lo largo del texto.
Cuántos se salvan / Quiénes se salvan
Esta parte es la que se relaciona más directamente con la primera lectura de la liturgia de la Palabra dominical, tomada de Isaías (66, 18-21); y el correspondiente salmo 117. En Lc 13, 29-30 se nos dice que la salvación implicará a todos los vengan de los cuatro puntos cardinales de la tierra a sentarse en la mesa del Reino; en la lógica de Jesús: los últimos serán primeros.
Cómo participar de la salvación / Cómo entrar en esta experiencia
Buscando la puerta estrecha, y luchando por entrar por ella.
Miremos Lc 13, 22-27; combatan por entrar por la puerta estrecha.
Es interesante caer en cuenta que la palabra griega utilizada aquí es “agonizomai” (que en un primer sentido es una contienda en ejercicios o prácticas de gimnasio; de ahí que también signifique “luchar”, “combatir”).
Es el mismo término de san Pablo en 1Tm 6,12 invitando a “combate el buen combate de la fe”. Y de 2 Tm 4, 7, donde el mismo Pablo dice: “el buen combate he combatido, la carrera he terminado, la fe he guardado". Aunque en este pasaje de Lucas el combate por entrar por la puerta estrecha no está relacionado directamente con el término fe, nos puede resultar inspirador ver a san Pablo como ejemplo de lo que significa entrar por la puerta.
El pasaje pues nos pone delante de los que buscan entrar, y quiénes pueden y quiénes no; destacando la importancia de la puerta estrecha.
Jesús hace un contraste
Los que quieren entrar por la puerta amplia, y paradójicamente no pueden: los que “hemos comido y bebido con contigo”; los que “hemos oído tus enseñanzas cuando hablabas en nuestras plazas” (el énfasis aquí está en lo exterior de compartir la mesa y escucharlo, sin una verdadera implicación con Jesús).
A estos, Jesús les dice: apártense “obradores/operarios” (ergates) de injusticias (adikía) (adikós es la persona injusta).
La palabra “malhechores”, que es correcta, quizás sea muy genérica.
Se trata de personas que obran injusticias.
“Ergates” también es trabajador:
en ese sentido estaría aludiendo a personas cuyo trabajo es hacer obras injustas.
Por tanto, la puerta estrecha que buscamos, y que supone combate y esfuerzo, para poder pasar por ella, es la de ser operarios o trabajadores de justicia, y compartir la mesa con Jesús (su alimento y bebida), y escuchar y acoger plenamente su enseñanza. Esta es la puerta de la salvación.
Los últimos versos de nuestro pasaje tienen un trasfondo apocalíptico, pues se quedan por fuera de la mesa del Reino los obradores de injusticia.
El contraste es que vendrán a esta mesa del Reino, del Norte y del Sur, del Oriente y del Occidente.
Así es el Reino anunciado por Jesús: los últimos serán primeros.
Alesouri, Sch.P