TO - 18 - C / Lc 12, 13-21
Tiempo Ordinario, domingo 18, Ciclo C 31/07/22
ANTESALA
Antes de entrar en el texto de este domingo 18 del TO, año C, veamos rápidamente esta pequeña “sección” para que sigamos haciendo camino con Jesús Maestro y su proceso de formación de los Discípulos; de esta manera no perdemos el hilo y el desarrollo del evangelio de Lucas.
A manera de síntesis podemos decir que Lc 11, 14 - 12, 12 nos muestra una seria situación de conflicto, y la manera como Jesús se comporta ante ella.
Una situación conflictiva
Cuando en 11, 14 Jesús expulsa un demonio, se despierta un conflicto: unos lo relacionan con el príncipe de los demonios; y otros le piden un signo para ponerlo a prueba. El conflicto se centra luego en los fariseos y los juristas (doctores de la Ley). El tono máximo de tensión se expresa en 11, 53-54: “…comenzaron a acosarlo implacablemente…, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca”.
¿Cómo responde Jesús ante el conflicto?
- Jesús responde manejando el conflicto con la alegría de los que escuchan la Palabra y la guardan (11, 28);
- con actitudes sapienciales (11, 49);
- con total luminosidad (11, 33-36);
- poniendo el acento en la interioridad de la persona (11, 37-41);
- confiando en la inspiración y enseñanza del Espíritu Santo (12, 12).
Llegamos así a nuestro texto de hoy, Lc 12, 13-21
Alguien entre la gente irrumpe en la escena y le plantea a Jesús una situación que atenta contra la fraternidad: "dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia". Jesús no quiere que lo pongan en la función de repartidor y juez entre hermanos. Son ellos quienes deben resolver el asunto.
Jesús les da un criterio: estar en guardia ante la codicia.
Aquí el termino codicia en griego es “pleonexía”; lexical y gramaticalmente según Zerwick: “codicia despiadada por tener más y mejor sin tener en cuenta a los demás”. Y para los Padres del desierto, según Larchet: “voluntad de adquirir nuevas posesiones en el deseo de tener más; avidez”.
En 2 Cor 9, 5, san Pablo emplea este término, que algunas biblias traducen como “tacañería”, en contraposición a la colecta que con generosidad se está preparando como ofrenda para los hermanos necesitados. Es interesante, pues, que, para Pablo, “pleonexía” es lo contrario al compartir generoso, de lo que tenemos, con los necesitados.
De esto, según Jesús Maestro, es de lo que hay que cuidarnos, pues la vida no está en la abundancia de posesiones; y pedagógicamente les presenta a todos una parábola.
El protagonista de la parábola es un hombre que, siendo ya rico, además, tiene unos campos que le dieron mucho fruto.
El relato se compone de una especie de doble monólogo o soliloquio (que la RAE define como “reflexión interior o en voz alta y a solas”); empieza diciendo que estaba dialogando o deliberando consigo mismo qué hacer (y luego se dijo: voy a hacer esto…).
Habla también con su alma; en griego “psijé”, y en hebreo “nephesh”: “el centro de la conciencia y de la unidad del poder vital; sede de los apetitos”; según el análisis gramátical del griego del NT.
La pregunta por el hacer es la pregunta ética por excelencia. Este protagonista la responde plegado sobre sí mismo, como auto-cerrándose cada vez más. Quiere almacenar sus bienes reservándolos para muchos años, con una finalidad para la vida expresada en términos de: descansar, tomarse la vida con calma y tranquilidad; pasárselo bien y estar contento, hacer banquete y festín.
El monólogo es interrumpido por Dios mismo que interviene en la conversación sin haber sido invitado a ella. Lo llama “necio”; en griego “a-phron” (literalmente, sin mente); y como opuesto a la “phrónesis” (el ideal griego de la “prudencia”) se podría traducir “insensato”: si esta noche la vida le fuese pedida, todo lo que ha preparado para quién sería…
Podríamos concluir que, partiendo de una situación entre hermanos, Jesús quiere enseñar a sus discípulos que la codicia o avidez puede irrumpir en el horizonte ético de nuestro “hacer” proponiéndonos un sugestivo modelo de vida cerrado sobre nosotros mismos (para pasárnosla bien).
Aquí se juega la verdadera sabiduría de la existencia; para ser sabios o insensatos: ¿nos replegamos en la búsqueda de bienes como garantía de la vida? ¿o compartimos lo que somos y lo que tenemos como ofrenda generosa y fraterna con los que nos necesitan?
¿Acaso no es lo que hizo Jesús, nuestro Señor y Maestro, entregando generosamente su vida por nosotros?
Alesouri, Sch.P