TO - 15 - C / Lc 10, 25-37
Lucas 10, 25 - 37
Tiempo Ordinario, domingo 15, Ciclo C 10/07/22
En la primera lectura de la liturgia de hoy (Dt 30, 10-14), Moisés le habla al pueblo insistiendo en que la Palabra del Señor (sus preceptos y mandatos, su Ley) no actúa por fuera del ser humano; todo lo contrario: es “voz” de Dios que se percibe en el interior del corazón.
Esta acción del Señor por medio de su Ley busca “volver a Él”; es decir, una verdadera conversión de corazón y alma. Esta experiencia no excede las fuerzas, no es inalcanzable, no se sitúa lejos en el cielo o más allá del mar; está en el corazón y en la boca (por tanto, es “realizable”).
En el pasaje del evangelio de hoy, los discípulos que acompañan a Jesús Maestro van a aprender de él a partir del diálogo del Señor con un maestro de la ley que le hace una pregunta.
El término griego es “nomikós” que las biblias suelen traducir por jurista, maestro o intérprete de la ley. En el pasaje que leímos del libro del Deuteronomio, Moisés ha hablado como un “nomikós”; un experto en la Ley del Señor porque la recibió del Señor en la montaña y la explica para que el pueblo la entienda y la acoja.
En este pasaje del evangelio según san Lucas, el maestro de la ley le pregunta a Jesús para ponerlo a prueba; con la intención de ver si Jesús es un buen “nomikós” dependiendo de la respuesta que dé: “¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”.
Jesús interrogado, hábilmente pasa a ser interrogador y le devuelve la pregunta: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”.Literalmente el texto dice: “cómo lees”. Realmente, lo que está en cuestión en este pasaje es el cómo, es decir una manera de leer y entender la Ley del Señor como fuente de vida.
El jurista responde a partir de Dt 6,5 y Lv 19,18. Jesús en Mt 18,28 y Mt 22, 27-29 ofrece su propia síntesis: amarás al Señor con todo el corazón, el alma, la fuerza, la mente; y al “prójimo” como a ti mismo. Y Jesús le señala que haciendo esto vivirá, es decir, heredará la vida eterna.
Pero en lugar de dar por concluido aquí el asunto, el jurista vuelve a preguntar (queriendo justificarse a sí mismo, nos dice el texto): “¿y quién es mi prójimo?”. Es interesante destacar que no es una pregunta por el prójimo en general; sino por “mi” prójimo. Se trata de algo relacional.
Como maestro de la ley, este jurista que pregunta a Jesús tendría que conocer lo que la Escritura dice del prójimo. Por ejemplo, el prójimo como vecino: Prov 25, 17 y Prov 27, 14. O el prójimo como amigo: Prov 17, 14 y 27, 9; Eclo 37, 1-6; Lv 19, 33-34. Sigue, pues, poniendo a prueba a Jesús.
Y Jesús le responde con una narración memorable de 5 versículos que hace parte del material evangélico que sólo nos ha llegado en el evangelio de Lucas (de Lc 10,30 a 10,35); y que solemos llamar “el buen samaritano” pero que, como veremos, sería mejor llamarla “el samaritano de entrañas compasivas”.
Señalemos algunos elementos que nos ayuden a entrar mejor en el texto:
- El hombre bajaba por el camino porque Jerusalén está a 800 metros y Jericó a 300 bajo el nivel del mar. Es un trayecto de 28 kms atravesando el desierto, Wadi El-Qelt, de alta peligrosidad de ladrones. Efectivamente lo asaltan, y lo dejan medio muerto.
- El sacerdote y el levita vienen de Jerusalén después de toda una jornada de servicio en el templo, y van a Jericó donde, en la época, vivián muchos levitas y sacerdotes que atendían el culto en templo de Jerusalén.
- Cuando estos ven al herido -el texto emplea un verbo que indica que pasan al lado opuesto del camino- la traducción litúrgica dice que dan un rodeo y pasan de largo. Las causas pueden ser muchas: el cansancio y la fatiga del día; evitar la contaminación con la sangre del herido por los inconvenientes para traía para las funciones del culto…
- Algo muy distinto sucede con el samaritano. Sólo usar este término, ya causaba un efecto contrario en los oyentes de Jesús y en los lectores del evangelio de Lucas. Para entender las prevenciones culturales y religiosas que había con los samaritanos podemos leer 2 Re 17.5-6,24 o Esd 4, 10. En el siglo VIII aC, los asirios habían deportado una parte de la población, y la habían remplazado por personas de Babilonia y Siria; por lo tanto los judíos despreciaban a los samaritanos porque consideraban que tenían mezcla pagana en su cultura y en su fe.
- Aquí viene la novedad del evangelio, pues precisamente un samaritano es el que va a cumplir la solidaridad que la Escritura exige: 2 Cr 28, 15; Lv 19, 18.34; Ex 23, 4-5.
- Lucas utiliza un recurso literario para ayudar al lector a entender el mensaje de Jesús: la narración, que hasta ahora había sido escueta, pasa a ser detallada y minuciosa, como en cámara lenta, describiendo paso a paso lo que hace el samaritano.
- De esta manera, el texto nos ofrece, con el comportamiento del samaritano, un paradigma o modelo para aprender de Jesús Maestro una pedagogía del prójimo:
- El samaritano ve al herido y se le conmueven las entrañas (es el verbo “splagnizo” en griego que en otros pasajes tiene como sujeto a Jesús, quien nos ama con el amor entrañable y compasivo del Padre). Son las entrañas conmovidas de Jesús en Lc 7, 13 (la viuda de Naín); y en Lc 15, 20 (las del padre del hijo pródigo).
- Se acerca al herido (Lucas realza este acercamiento repitiéndolo; lo menciona dos veces).
- Cura sus heridas con vino y aceite (en la época se usaba el vino para desinfectar, y el aceite para aliviar).
- Lo monta en su cabalgadura, y lo lleva a la posada.
- Lo cuida.
Jesús, así interpela al jurista: ¿quién se comportó como prójimo? El que practicó la misericordia.
Jesús Maestro, en este domingo, nos hace partícipes de un aspecto más de este viaje de formación de sus discípulos caminado con ellos hacia Jerusalén. La verdadera ley de Dios no son preceptos externos; es la voz de Dios que actúa en nuestros corazones y que nos impulsa a una experiencia de amor que vincula nuestra alabanza al Señor y nuestra entrega misericordiosa al prójimo…
…y se concreta cuando vemos las heridas del otro, se nos conmueven las entrañas, nos acercamos a él, le ofrecemos nuestro vino y aceite, y hacemos todo lo que está a nuestro alcance para cuidarlo
Alesouri, Sch.P