COMUNIDAD: ¿sumisión o integración?
LA VIDA COMUNITARIA: ¿relaciones de sumisión o de integración?
¿La opción por vivir en comunidad, asumiendo un proyecto común, atenta contra la sana autonomía personal?
¿Desplegar el propio proyecto personal choca con la construcción de la comunidad?
En el Nuevo Testamento, san Pablo nos ofrece en su antropología una imagen de la persona habitada por el Espíritu Santo quien la conduce a la plenitud de la gracia y la redención. Y es el mismo Pablo de Tarso quien nos ofrece en su cristología/eclesiología la imagen de la comunidad como el Cuerpo de Cristo Resucitado.
"Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo" nos dice el apóstol en la carta a los Efesios (Ef 5,21). ¿Cómo entender esta exhortación paulina dentro de un sano equilibrio persona-comunidad apoyados por el análisis exegético de este texto?
Leamos el comentario exegético de Antonio Rodríguez Carmona, uno de los biblistas más reconocidos en lengua española (tomado de "A la biblia por la liturgia"), precisamente al abordar Ef 5,21-33:
"Una de las exigencias de formar parte del cuerpo de Cristo es que debemos vivir todos integrados en los diversos grupos de la sociedad de acuerdo a la voluntad de Cristo.
El texto dice ´sumisos´, que se presta para malentendidos y se debe aclarar, para no distorsionar el pensamiento de Pablo.
Es la traducción del griego hypotassomenoi, compuesto de hypo, ´entre´, ´bajo´, y tasso, ´meter´, y significa ´meterse entre´ o ´meterse bajo´.
El primer sentido es el querido por Pablo, y significa integrarse, lo contrario de estar aislado; ahora bien, toda integración implica un sometimiento (segundo sentido) o renuncia a mi total independencia, que será mayor o menor según la sociedad.
La idea de san Pablo es que todos debemos estar integrados y no vivir independientes, sin colaborar con la sociedad, sino según una integración-sumisión de acuerdo con las leyes de Cristo, que excluyen la esclavitud y todo lo que es contrario a la dignidad de la persona."
Alesouri, Sch.P